Conocíamos de sobra a un tal Schumacher, piloto insignía de Ferrari, aclamado por todos hasta que Fernando entró en acción, se subió a su monoplaza Renault y se trajo en el maletero a la marea azul. Allí hizo morder el polvo al mejor, al heptacampeón, regalándonos carreras inolvidables. Más tarde, cuando despuntó con sus dos campeonatos en Renault, McLaren le abrió sus puertas. Vivió un año tortuoso en la escudería junto a Lewis Hamilton, que tantos quebraderos de cabeza ocasionó tanto al piloto español, como a todos sus seguidores, esos que esperaban que el británico en cada carrera fuera a menos, deseando incluso la peor de las suertes para él. La vuelta a Renault no fue más que una vuelta al hogar al sitio que se lo dio todo, pero ya nada fue igual. Ya cuando fichó por Ferrari todos pensamos que no tendría rival, que se proclamaría campeón de la mejor de las formas, no dejando que nadie le hiciese sombra, pero la escudería italiana pareció no estar a la altura de los majestuosos y victoriosos Red Bulls.Tras un mundial con muchas vueltas y un sabor agridulce, nos quedamos con el tirón de Alonso, que gane o pierda siempre tendrá el apoyo de su marea.
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